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LA DEMOCRACIA EN TIEMPOS DE AUTOCRACIAS ASCENDENTES

Queridos lectores y defensores de la democracia,

En los últimos años, a nivel mundial hemos experimentado una transformación significativa, las autocracias han ganado terreno, desafiando los principios democráticos que pensábamos consolidados. Una de las fuerzas motrices detrás de este fenómeno ha sido el creciente apoyo de China a diversos regímenes autoritarios que, no solo ha fortalecido a las autocracias existentes, sino que también ha incentivado la aparición de nuevas formas de gobiernos autoritarios.

China, con su particular modelo de “socialismo” ha presentado una alternativa atractiva combinando un control centralizado férreo con un desarrollo económico notable, ofreciendo un camino hacia la estabilidad y el progreso sin las incertidumbres que, a veces, acompañan a las democracias liberales. Sumado a esto, la capacidad de China para proporcionar ayuda económica, inversiones en infraestructura y tecnología de vigilancia, ha permitido a estos regímenes consolidarse y sofocar cualquier oposición interna.

El apoyo de China a las autocracias no es meramente económico; también es ideológico. Beijing ha promovido una narrativa en la que la estabilidad y el desarrollo económico son prioritarios, aún a expensas de los derechos humanos y las libertades políticas. Esta narrativa ha encontrado eco en muchas naciones que enfrentan desafíos económicos y sociales, donde la promesa de estabilidad y progreso puede ser más atractiva que los ideales democráticos.

Para las democracias del mundo, esta tendencia representa un desafío formidable, en donde los esfuerzos internacionales para promover la democracia y los derechos humanos se ven socavados ante el deterioro de las economías, la trasnacionalización de los mercados financieros y monetarios, el debilitamiento de los Estado-nación y el consecuente detrimento en la calidad de vida de los ciudadanos. Aunado a ello, la creciente rivalidad entre China y las democracias occidentales han creado un escenario de competencia geopolítica que anuncia repercusiones significativas para la gobernanza global.

En este sentido, se vuelve crucial que las democracias respondan a este desafío con una estrategia clara y cohesionada no solo en la defensa y promoción de los valores democráticos, sino también en lo referente a ofrecer caminos viables hacia el desarrollo y la estabilidad sin sacrificar las libertades fundamentales.

Hoy, el crecimiento de las autocracias representa uno de los mayores desafíos para la democracia en el siglo XXI y solo a través de un esfuerzo concertado y estratégico, podremos asegurar que la democracia no solo sobreviva, sino que prospere en estos tiempos de cambio.