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DEMOCRACIA GLOBAL

La defensa de la democracia en el mundo, como derecho universal, sigue siendo una cuestión de creciente importancia política y diplomática para consolidar una comunidad internacional en paz y prosperidad económica y social. Los déficits de calidad democrática, las instituciones frágiles y la mala gobernanza imponen desafíos persistentes. Representan esfuerzos que merecen un impulso internacional especial ya que aproximadamente un tercio de la población mundial vive aún en algún tipo de régimen autoritario o democracias defectuosas y con las libertades individuales y civiles comprometidas, gran parte en China y en otros 57 países de varias regiones del planeta.

La vigencia de la democracia en el mundo ha sido un valor central de las Naciones Unidas pese a que cuando se redactó la Carta constitutiva en San Francisco no se incluyó el término democracia. La expresión Nosotros los Pueblos, en la parte inicial del preámbulo, refleja el principio que la voluntad del pueblo es la fuente de legitimidad de los Estados soberanos y, por lo tanto, de la ONU en su conjunto. La base jurídica de los principios de la democracia en el derecho internacional se reafirma con la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Desde 1988 la Asamblea General de la ONU ha adoptado por lo menos una resolución anual que considera algún aspecto de la democracia.

En este contexto, la globalización de la democracia ha pasado a ser un punto central de las relaciones internacionales. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye expresamente que la democracia, el buen gobierno y el Estado de derecho, así como un entorno propicio a nivel nacional e internacional, son esenciales para un desarrollo sostenible reafirmando los conceptos adoptados en la Cumbre Mundial en 2005 y en la Declaración del Milenio.

Sin embargo, la existencia de democracias defectuosas y el surgimiento del populismo y de líderes autoritarios en algunos países de los cinco continentes pone en riesgo la salud de la democracia a nivel global. También, en muchos casos, la calidad de la democracia se ha deteriorado. Estas circunstancias ponen en evidencia que los esfuerzos multilaterales no han sido suficientes y que resulta necesario un compromiso diplomático internacional más firme, en particular de los organismos internacionales especializados del sistema de las Naciones Unidas.

Resulta importante que el debate internacional en defensa de la democracia en el mundo combine el desafío de ayudar a desarrollar democracias de calidad con buen gobierno para superar las turbulencias y crisis económicas y sociales. Es necesario que los organismos internacionales se comprometan con programas específicos para que las democracias logren soluciones a los graves problemas de la pobreza, migraciones y desarrollo con equidad social.