En 2024, tal y como sucede cada doce años, coincidirán las elecciones presidenciales en México y en Estados Unidos. Ambos países renovarán la titularidad de su Poder Ejecutivo además del Legislativo y varias gubernaturas, entre otros encargos. Lo harán en unas elecciones cuyos resultados marcarán el desempeño de cada país por las próximas décadas y también el desarrollo de la competitividad global de América de Norte. “En 2012 en México ganó Enrique Peña Nieto y en EU fue reelecto Barack Obama; en 2000 ganó Vicente Fox en México y George W. Bush en EU; en 1988 ganó Carlos Salinas de Gortari en México y George Bush padre en Estados Unidos. A diferencia de todas esas elecciones, la coincidencia (actual) entre ambos procesos se da en medio de un ambiente de mucha polarización y con amenazas a la democracia en los dos países”[1].
El pasado 2 de junio en México, poco más de 98 millones de electores fueron llamados a sufragar, participando 60.9% de ese total, para elegir veinte mil cargos públicos, comenzando por la titularidad de la Presidencia de la República que será ocupada por vez primera por una mujer, la renovación paritaria del total del Poder Legislativo (500 diputados y 128 senadores), así como de 9 gubernaturas y varios congresos locales y alcaldías[2].
“El próximo 5 de noviembre la ciudadanía en los Estados Unidos nominará a los 538 miembros de su Colegio Electoral quien una vez conformado elegirá al próximo presidente, además de 435 Congresistas (Cámara Baja) y 33 Senadores (se renueva un tercio del Senado para los próximos 6 años), así como a los gobernadores de 11 Estados (Delaware, Indiana, Missouri, Montana, New Hampshire, North Carolina, North Dakota, Vermont, Utah, Washington, West Virginia)”[3].
Ambas elecciones se desarrollan en un clima de creciente pérdida del centro de consensos que soporta el funcionamiento de cada Estado, una situación que en Estados Unidos comenzó desde la Presidencia de Donald Trump y en el caso de México con el arribo al poder de Andrés Manuel López Obrador.
Las elecciones mexicanas 2024 se presentaron en un contexto de alta polarización y tomaron la forma de un referéndum nacional entre dos opciones: autocracia o democracia, al ganar la primera tendencia se ha consolidado el hiperpresidencialismo autoritario y populista que entrega a una persona el mando total del país; y al perder la segunda, se disipó la oportunidad de reformar el régimen de gobierno en favor de un régimen presidencial republicano, democrático y acotado, expresado en un gobierno de coalición plural.
Varios analistas coinciden en que los resultados electorales de ambos países determinarán el rumbo no solo de cada nación, sino también, en más de un sentido, el de América del Norte por las próximas décadas. Desafortunadamente, a diferencia de las elecciones realizadas desde hace 30 años, las actuales sufren un clima de anormalidad democrática creciente. Para el caso mexicano, esto es resultado tanto del ilegal intervencionismo del gobierno en turno, esmerado en vulnerar todo tipo de contrapeso institucional y legal, comenzando por las instituciones electorales autónomas, para intentar perpetuarse en el poder a toda costa, como del deterioro progresivo del Estado de derecho, lo cual ha consentido un ascenso sin precedentes del crimen organizado como actor de los pasados comicios, y que fuera determinante en varios distritos electorales y municipios.
Los Estados Unidos afrontarán una elección presidencial también altamente polarizada entre dos candidatos de la tercera edad, donde uno de ellos, Donald Trump, participa gracias tanto a la habilidad de sus abogados para ralentizar el serio proceso judicial que enfrenta, como a la rentabilidad política de su narrativa populista, en otro pueblo que se manifiesta cada vez más desencantado con la democracia. Es sin duda un candidato con un núcleo de voto duro consolidado, lo cual lo hace muy competitivo, aunque no irremediable ganador.
El candidato Biden está obligado a sortear de la mejor manera posible los obuses de asuntos no resueltos que la oposición republicana lanza sobre su gobierno, lo cual es absolutamente normal, pero tiene a su favor justamente los márgenes de acción, no electorales sino de políticas públicas, que le permiten actuar para neutralizar esa artillería. De cualquier forma, enfrentará a un electorado incomodo ante las dos opciones que se presentan ante su voto: la certidumbre de la amenaza trumpista versus la incertidumbre que genera el candidato Biden por su edad muy avanzada. La moneda está en el aire.
La simultaneidad de ambas elecciones induce al cruce de agendas nacionales donde dos temas van tomando la delantera: migración y fentanilo, considerados asuntos de frontera[4], por encima de muchos otros también de mucha importancia como la condición climática, la energética y, desde luego, el nearshoring (deslocalización cercana), sin dejar de lado los derechos humanos y las graves afectaciones que sufre la democracia en ambos lados. Resulta evidente que, en el lado mexicano, es el propio grupo en el gobierno quienes han convertido a la democracia en el enemigo a destruir para conservar el poder, ante una mirada hasta ahora bastante pasiva, incluso en extremo tolerante, por parte del socio estadounidense, anclada en un cálculo poco certero que ha apostado por una política de “laissez faire, laissez passer” ante el autoritarismo de López Obrador, creyendo que esa es su mejor garantía para gestionar en su favor el irresoluble asunto migratorio que tanto lo daña ante sus votantes.
No obstante, las dimensiones y la complejidad de gestionar el fenómeno migratorio en América de Norte, con la monodimensionalidad de las fórmulas institucionales estadounidenses actuales, es irresoluble. Por supuesto, tampoco constituyen un punto de solución, la militarización de la frontera sur que implementó López Obrador ante las presiones de Trump, con un creciente costo en materia de derechos humanos de los migrantes que arriban a ese infierno mexicano creado por el gobierno de la llamada 4T -un gobierno que todavía no se entera que hoy México dejo de ser sólo un país de tránsito para serlo de destino-, ni ese limbo de tercer país seguro no reconocido ni pagado, que aumenta geométricamente la hacinación de migrantes en el norte de México, si ningún apoyo ni para los migrantes, ni para las ciudades que los acogen.
Esta situación seguramente continuará desplazando el debate hacia el fentanilo con todos sus macabros componentes. A últimas fechas en México se ha percibido un endurecimiento de las agencias de seguridad norteamericanas en sus relaciones con el gobierno de México, que también se percibe en la aparición de duras notas mediáticas de reconocidos medios norteamericanos, como el New York Times[5], así como en un creciente número de filtraciones sobre corrupción y delincuencia organizada que con cada vez mayor frecuencia aparecen en los medios mexicanos que logran romper el cerco mediático interno.
Cada vez es más claro que los temas de la frontera binacional van a definir la elección en los EE.UU., pero también impactó en la mexicana. Una vez más en otra latitud, el tema de la delincuencia organizada trasnacional se consolida como una amenaza continental ante las insuficiencias de los Estados nación para hacerle frente con eficacia, así como la limitada capacidad de acción en la materia de las instancias multilaterales. Es claro que la geopolítica, las elecciones y los límites del Estado nación, cada vez más se entrelazan y profundizan sus perfiles, demandando una certera atención que nadie le está dando.
[1] México y EU, ante elecciones simultáneas
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/ana-paula-ordorica/mexico-y-eu-ante-elecciones-simultaneas/
[2] Elecciones 2024 en México https://www.ine.mx/voto-y-elecciones/elecciones-2024/
[3] Celag 2024, elecciones en EE. UU. https://www.celag.org/2024-elecciones-en-ee-uu/
[4]“La frontera va a definir la Casa Blanca”: la visita simultánea de Biden y Trump a Texas que muestra cómo la crisis migratoria es crucial en la carrera por la presidencia
https://www.bbc.com/mundo/articles/cq5xjkrx878o
[5] EE. UU. indagó acusaciones de vínculos del narco con aliados del presidente de México. Alan Feuer y Natalie Kitroeff. https://www.nytimes.com/es/2024/02/22/espanol/amlo-investigacion-narcotrafico.html
Miembro Fundador y Director Adjunto de Save Democracy. Vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América latina y el Caribe (COPPPAL) y secretario ejecutivo de la Fundación Gustavo Carvajal Moreno, Mensajero de la Paz. Político y escritor mexicano ocupado en los temas de gobernabilidad de la democracia. Ha sido académico, legislador y funcionario público. Desde hace casi 20 años milita activamente en favor de hacer avanzar la reforma del Estado en México, en particular de su régimen de gobierno, tarea en la que además de publicar múltiples artículos y libros en la materia.