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DEMOCRACIAS EN LA ENCRUCIJADA

Con la democracia ocurre un efecto paradojal: las críticas que nos merece su funcionamiento y sus resultados son directamente proporcionales a la valoración que le damos como ideal normativo que organiza nuestra vida en común. Por eso, cuanto más se extiende en el mundo como aspiración y reivindicación, y cuanto más se notan sus insuficiencias, limitaciones, defectos y riesgos, más desciende su calificación como sistema de gobierno realmente existente, y más parece alejarse de sus promesas.

Actualmente, quién se atrevería a dudarlo, la pandemia del Covid19 es el mayor desafío que enfrenta la humanidad a escala planetaria. Y lo es también para la democracia, en todo el mundo. ¿Cuánta libertad estamos dispuestos a resignar en condiciones extremas de vulnerabilidad social y sanitaria como las que hoy afectan y atraviesan a todas las sociedades? ¿Cuánta postergación de necesidades básicas están dispuestas las sociedades a soportar para superar la crisis sanitaria sin perder en el camino valores fundamentales, bienes necesarios y propósitos preciados?

El Índice global de Democracia que realiza anualmente la revista británica The Economist, muestra los más bajos puntajes promedio, desde que empezó a realizarse este estudio en 2006. La autora del informe, Joan Hoey habló, en una entrevista con la BBC, del ” enorme retroceso de las libertades individuales” del “mayor desafío jamás emprendido por los gobiernos en tiempos de paz, y quizá aún en tiempos de guerra”.

El informe de The Economist clasifica a 167 países entre “democracias plenas” (entre 8 y 10 puntos), “democracias imperfectas” (entre 6 y 8), “regímenes híbridos” (entre 4 y 6 puntos) y “regímenes autoritarios” (por debajo de 4 puntos). El puntaje se otorga en función de variables como proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles. Con el concepto “regímenes híbridos”, establece una zona de transición “gris” que difumina los dos términos clásicos que permiten distinguir entre “regímenes democráticos” y “regímenes autocráticos”.  (https://www.eiu.com/n/campaigns/democracy-index-2020/)

Noruega encabeza el ranking y apenas tres países latinoamericanos clasifican como democracias plenas: Uruguay, Chile y Costa Rica. En el otro extremo Nicaragua, Cuba y Venezuela. En América Latina, la democracia registró su quinto año consecutivo de retroceso y también recibió su puntaje más bajo en la historia del Índice (6,09 promedio sobre 10). Argentina se mantuvo en el puesto 48 dentro de la categoría de “democracia imperfecta”, con una leve variación de su puntaje total de 7.02 en 2019 a 6.95 en 2020.

Este y otros estudios y mediciones son motivo de análisis, debate y controversia; pero, de uno u otro modo, permiten concluir que ambas cosas son ciertas: nunca hubo tanta democracia en el mundo, como ideal por el cual las sociedades están dispuestas a movilizarse y pelear. Y nunca la democracia se vio tan jaqueada por desafíos que requieren respuestas para las que no están/no estamos todavía preparados. Esa distancia entre la “democracia descriptiva” y la “democracia prescriptiva” es un fenómeno global que trasciende fronteras, culturas e ideologías y niveles de desarrollo. El ideal persiste, resiste e impulsa. La realidad lo pone a prueba y marca sus límites y condiciones.

Como señala Gianfranco Pasquino, con la democracia corresponde ser exigentes: respecto de sus instituciones y de los políticos, pero también y no menos importante, de los ciudadanos. Porque pueden existir todos los canales posibles para expresar el voto, para obtener representación, para garantizar la accountability (responsabilidad de los gobernantes), pero si los ciudadanos no se interesan por la política, no se informan sobre temáticas políticas, no participan con el voto y el compromiso activo, entonces la democracia decae, se vacía, implosiona… Lo hemos visto últimamente tanto en Washington como en Moscú, tanto en Quito como en Puerto Príncipe o Bamako, tanto en Hong Kong como en Santiago o Buenos Aires.

Buenos Aires

Marzo 2021

Fabián Bosoer es politólogo y periodista. Editor jefe de la sección Opinión del Diario Clarín. Profesor e investigador en UNTREF/IDEIA. Licenciado en Ciencia Política (USAL, 1986). Magister en Relaciones Internacionales (FLACSO, 2001). Profesor invitado en UADE, FLACSO, UNIBO y el ISEN. Autor, entre otros libros, de “Generales y embajadores. Una historia de las diplomacias paralelas en la Argentina” (2005) y “Malvinas. Capítulo final. Guerra y diplomacia en la Argentina, 1942-1982” (2006), “Braden o Perón. La historia oculta” (2011) y “Detrás de Perón” (2014).