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PODER SUFRAGAR IMPORTA MUCHO, PERO NO BASTA

El Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU), analiza 167 países y los clasifica en cuatro categorías: democracias plenas o deficientes, y regímenes híbridos y autoritarios.

En democracia plena se ubican “países en los que se respetan las libertades políticas y civiles básicas con una cultura política que conduce al florecimiento de la democracia. El funcionamiento del gobierno es satisfactorio. Los medios son independientes y diversos. Hay un sistema eficaz de frenos y contrapesos. El poder judicial es independiente y las decisiones judiciales se cumplen.

Las democracias defectuosas son países donde también se realizan elecciones libres y justas y, aunque haya problemas (como violaciones a la libertad de prensa), se respetan las libertades civiles básicas. Hay debilidades significativas en otros aspectos de la democracia, incluyendo problemas en la gobernabilidad, una cultura política subdesarrollada y bajos niveles de participación política”.

En los países de régimen híbrido “las elecciones tienen irregularidades sustanciales que a menudo impiden que sean a la vez libres y justas. La presión del gobierno sobre los partidos y candidatos de la oposición puede ser común. Las debilidades importantes son más frecuentes que en las democracias defectuosas: en cultura política, funcionamiento de gobierno y participación política. La corrupción tiende a ser generalizada y el Estado de derecho es débil. La sociedad civil es débil. Por lo general, hay acoso y presión sobre los periodistas y el poder judicial no es independiente”.

En su edición publicada de 2022, lo primero que se observa es que, del fin de la Pandemia a la fecha, el avance en la calidad de las democracias se ha estancado: en 2021 se obtuvo un puntaje promedio de 5.29 sobre 10, en 2022 éste fue de 5,28.

Lo segundo es que sólo poco más del 12% de los países analizados pueden ser considerados democracias plenas, casi la tercera parte democracias deficientes, poco menos de la quinta parte regímenes híbridos y poco más del 35% francamente autoritarios. Es decir, según esta clasificación alrededor del 44% de los países analizados son democracias, mientras el 56% son regímenes autoritarios. Su ubicación geográfica se puede observar en el siguiente gráfico publicado por statista, con información de la EIU:

Aquí vale la pena detenerse para observar que el 52% de los 167 países analizados se sitúan en dos grupos: democracias deficientes y regímenes híbridos, y poco más del 12% del total en democracias plenas. Estas tres clasificaciones contienen a la mayoría de los países analizados; importa identificar sus diferencias y similitudes para ubicar rutas de evolución.

La primera similitud es que estos tres grupos contemplan el sufragio como soporte de su institucionalidad, las diferencias residen en la calidad del mismo, es decir si el voto ciudadano se ejerce o no, con las salvaguardas de independencia, libertad, máxima publicidad, transparencia y certeza, obligadas para garantizar la credibilidad y la eficacia de los resultados, en la conformación de la representación ciudadana.

La segunda similitud, es que el sufragio es fuente de legitimidad para conformar gobierno, la diferencia es el grado de compromiso real del gobernante con la ciudadanía emisora del sufragio y la existencia de mecanismos institucionales y políticos que permitan asegurar el cumplimiento de su oferta electoral.

La tercera similitud es el peso fundamental que tiene la conformación de las mayorías como soporte del gobierno. La diferencia sustancial reside en el rol excluyente/incluyente que se otorga a las minorías.

Robert Dahl señala el ineludible cumplimiento de ocho condiciones para alcanzar la poliarquía, denominada por él como el ámbito de las democracias:

  1. Libertad de asociación
  2. Libertad de expresión
  3. Libertad de voto (sufragio activo)
  4. Elegibilidad para la cosa pública (sufragio pasivo)
  5. Libertad para que los líderes políticos compitan por apoyos y votos
  6. Diversidad de fuentes de información (pluralismo)
  7. Elecciones libres, justas e imparciales
  8. Instituciones que garanticen que la política del gobierno depende de los votos

Todas son importantes, pero en el punto ocho reside la posibilidad de edificar democracias completas o plenas. Si en una democracia no existe sintonía verificable y operable entre las reglas de acceso al poder y las reglas de ejercicio del poder, en ese régimen político se tenderá a contradecir el sentido del sufragio debido a la discrecionalidad otorgada al gobernante, sin importar cuanto esfuerzo institucional se empeñe en acreditar la integridad del voto.

Dicho de otra manera, sufragar y conformar mayorías importa mucho, pero no basta para alcanzar una democracia completa y plena que satisfaga al elector con el cumplimiento de sus demandas y compromisos pactados en campaña y firmados con su voto.

Una democracia completa o plena comienza por asumir que las mayorías gobiernan, pero las minorías controlan y siempre tienen la posibilidad real de convertirse en mayorías; continúa cuando se asegura que el programa de gobierno representa al voto mayoritario, sin ser impermeable a la minoría; y se consolida cuando hay reales oportunidades de desarrollo compartido e incluyente para todas las personas.

NOTAS

  • El estado de la democracia en el mundo. Índice de Democracia. https://es.statista.com/grafico/19319/paises-y-territorios-clasificados-segun-el-indice-de-democracia-global/

  • Condiciones para la democracia (Robert Dahl) https://politicaymedios.net/condiciones-para-la-democracia/

  • La democracia plena aún más lejana por las políticas de la 4T. https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-democracia-plena-aun-mas-lejana-por-las-politicas-de-la-4T-20220210-0152.html