Queridos lectores y defensores de la democracia,
El año 2024 se despide con una preocupante constatación: la democracia, lejos de consolidarse como el sistema predominante y fortalecido a nivel global, enfrenta uno de los periodos más críticos de las últimas décadas. Las elecciones, las instituciones y los derechos fundamentales han sido desafiados, erosionados o, en algunos casos, abiertamente violentados, dando lugar a un fenómeno alarmante que muchos analistas no dudan en llamar retroceso democrático global.
Si los primeros años del siglo XXI parecían marcar un avance hacia regímenes más abiertos y participativos, el panorama actual sugiere lo contrario. Diversos factores confluyen en esta tendencia: la polarización extrema, la irrupción de plataformas de comunicación sintética, la creciente desconfianza hacia las instituciones republicanas, la normalización de acciones y discursos autoritarios han debilitado las democracias incluso en países considerados históricamente estables.
El 2024 ha sido testigo de elecciones controvertidas y de reformas constitucionales que consolidan el poder de figuras autocráticas. En América Latina, Europa del Este, África y Asia, el deterioro del sistema de pesos y contrapesos es evidente. El desgajamiento del poder judicial, la censura a la prensa, el debilitamiento de las libertades civiles y la persecución de opositores son signos inequívocos de democracias en retroceso.
El ascenso de movimientos populistas sigue siendo una de las principales amenazas. Aprovechando el desencanto ciudadano y la fragilidad económica, estos movimientos han ganado terreno al ofrecer soluciones simplistas a problemas complejos, debilitando las instituciones democráticas desde dentro. Por otro lado, la tecnología, que en otros tiempos se consideró una herramienta para empoderar a los ciudadanos, hoy está siendo utilizada para vigilar, manipular y controlar a la población.
Sin embargo, en Save Democracy consideramos que este retroceso democrático es reversible. La resistencia ciudadana, los movimientos sociales y la defensa activa de los derechos humanos han demostrado que la lucha por la democracia sigue viva. La sociedad civil, la prensa independiente y las organizaciones civiles cumplen un papel clave para denunciar abusos y exigir responsabilidades.
Este balance 2024 nos obliga a reflexionar sobre el valor de la democracia y la urgencia de protegerla. El desafío es claro: revertir el retroceso requiere el compromiso de todos. Defender la verdad frente a la desinformación, fortalecer las instituciones frente al autoritarismo y apostar por la participación ciudadana son los pilares sobre los que debe reconstruirse un futuro democrático, pero para ello, debemos primero reformular los conceptos de democracia y los valores sobre los que está sustentada.
El próximo año trae consigo nuevos retos y oportunidades. Aprender de las lecciones de 2024 es imperativo si queremos evitar que el retroceso democrático se convierta en una nueva normalidad, porque, al final, la democracia no es un destino asegurado: es una conquista diaria que debemos defender con firmeza y convicción.
Atentamente,