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MÉXICO, LOS SÍMBOLOS Y LOS ACUERDOS EN LOS ÁNGELES

Es una época extraña. Hay una reconfiguración del poder político en el continente y eso se reflejó en la reunión de Los Ángeles. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, supo colocar el tema de la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Se trataba de una trampa retórica, porque ni Miguel Díaz Canel y mucho menos Nicolás Maduro y Daniel Ortega habrían viajado a los Estados Unidos para asistir a la Cumbre. Los riesgos eran muy altos y los incentivos bajos o nulos, ya que su permanencia en el poder no tiene nada que ver con la imagen que puedan proyectar ante el mundo.

En el fondo, lo planteado por López Obrador es un desafío más profundo y que tiene mucho que ver con el papel de los organismos internacionales y en particular el de Estados Americanos, la OEA.

López Obrador ha dicho que hay que hacer un cambio en ese aspecto y transitar a un acuerdo donde los Estados Unidos tengan un menor peso.

Es un juego de fuerzas en el que por ahora ganaría Estados Unidos, pero es a la vez la puerta de acuerdos que pueden tener una consistencia distinta a la que hoy conocemos.

Un punto central, son las cláusulas sobre la democracia y la protección de los derechos humanos. En un esquema de integración total, esto se tendría que obviar o matizar.

Aunque nada es sencillo, inclusive bajo la hipótesis de gobiernos de izquierda, porque entre ellos no hay consenso ni acuerdo, como se observó con la participación de Chile y Argentina, quienes demostraron que se puede ser crítico y a la vez aprovechar los foros internacionales.

Eso lo sabe López Obrador y por eso la insistencia en la participación de representantes de países que no pueden ser considerados demócratas. Es una apuesta riesgosa, por supuesto, pero en ese contexto hay que analizar la negativa del presidente de México de acudir a la Novena Cumbre de las Américas.

Hay que precisar, no se trata de que México no sea o deje de ser una democracia, sino de que la actual administración trata de aprovechar el aislamiento de algunas naciones para empujar una conformación distinta, donde se recupere un liderazgo que se perdió hace décadas.

Por supuesto que es una visión errónea de las cosas, pero ahí está y en sus líneas centrales define la política exterior. Díaz Canel fue el orador principal en los festejos de la Independencia de México. Todo un mensaje, aunque más simbólico que práctico.

Hay que tener en cuenta también, que México no juega con fuego y que por eso se alineó a los acuerdos en materia migratoria planteados por Washington. Las cuotas de refugio y las medidas para garantizar una migración segura, que en realidad son sistemas de contención en la frontera mexicana, van a continuar operado. Luces y sombras.