Iniciando el 2003, las esperanzas de acotar la incertidumbre sobre el devenir del planeta en el corto plazo parecen difusas.
Vivimos un orden distinto de la realidad que conocimos, un nuevo paradigma. No nos enfrentamos a un nuevo mundo sino a un cambio de mundo.
Desde el reformateo de los bloques económicos con los que convivimos por décadas, los sistemas educativos, el mundo del trabajo, la identidad de género, la inteligencia artificial y el mismo sistema democrático considerado hasta no hace mucho tiempo por la mayoría ciudadana como el mejor sistema de gobierno, hoy es denostado por amplias mayorías y compelido a competir con propuestas populistas y liderazgos autoritarios que se nutren del resentimiento y frustración de la población.
El desafío es enorme. La Reunión Anual del Foro Económico Mundial 2023, uno de los foros más representativos de los lideres mundiales titulada “Cooperación en un Mundo Fragmentado” que, ´como es habitual´, tuvo lugar en Davos, Suiza el pasado mes de enero, se realizó en un escenario geopolítico y económico complejo marcado por la continuidad de la guerra en Ucrania, las tensiones geopolíticas, los altos niveles de inflación, el temor a la recesión económica en las grandes economías y una escalada de protestas sociales alrededor del mundo, la preocupación por el cambio climático y una de las peores crisis energéticas en la historia de Europa. La conclusión: cooperación, sostener la apertura y el diálogo y, aunque con insuficiente fuerza, el riesgo climático. No fue menor la apelación a luchar contra la pobreza, la desigualdad y el estancamiento social por parte del Secretario General de la ONU, António Guterres.
En el otro extremo, los resultados del encuentro de los líderes de América -CELAC- reunidos en Buenos Aire casi en paralelo, mostraron, con algunas excepciones, una preocupante orientación a apoyar regímenes populistas, discursos y propuestas deletéreas sobre la posible integración intra y extrarregional, describiendo la grieta que recorre el continente, y un bajo compromiso a sostener el Estado de derecho, a fortalecer las instituciones y a crear condiciones genuinas de desarrollo sustentable.
Lo que está hoy en debate es ¿Cómo será la democracia del futuro? ¿Cómo se diseñarán los mecanismos de participación y selección de representantes? ¿Qué nuevas instituciones deberán ser creadas frente a Estados nacionales e identidades en dilución? La acción unificada y la creación de consensos será determinante para el crecimiento de la región. La alianza entre ciudadanos vigilantes y líderes democráticos será vital para sostener las democracias.
Directora de Graciela Römer y Asociados. Especialista en comunicación social y opinión pública. Con más de 30 años de experiencia profesional ha realizado estudios para el National Democratic Institute de EUA, la OEA, el Centro Carter, el Banco Mundial, Flacso y diversos partidos políticos y gobiernos en Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Perú y Paraguay. Se desempeña, además, como Profesora en el Centro de Estudios Avanzados de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Participa en varias instituciones como miembro y/o colaboradora, así como en diversos medios periodísticos en América Latina y Estados Unidos.